jueves, 28 de abril de 2011

Detrás del Humo- M.Benedetti

Detrás del humo queda el borrador
de todos los destinos
posibles
e imposibles

Y pensándolo bien
así imperfecta
a trazos
con erratas borrones tachaduras
así de exigua y frágil
así de impura y torpe
incanjeable y hermosa
está la vida

sábado, 23 de abril de 2011

mis pensamientos Bécquerizados

Hoy como ayer, mañana como hoy
y siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno,
y andar..., andar!
moviendose a compás, como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia del cerebro
dormía en un rincón

(...)
Mientras la humanidad, siempre avanzando
no sepa a do camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
habrá poesía!

jueves, 21 de abril de 2011

Un poco de historia y realidad...


Bien hacía referencia Bécquer en sus poemas a la dinámica de nuestra historia, compuesta por (siempre protagonistas) los sistemas opresores que desembocan, casi siempre, en revolución; los revolucionarios que luchan en contra de ellos, persiguiendo las ideas que su corazón les dicta y dejando la razón de lado, cuando ésta muchas veces responde al sistema que nos ha educado; superándoles en números, los indiferentes, que se conforman con las migajas que caen en su haber desde lo más alto de las riquezas y poderes que se concentran en manos de unos pocos; y el arte, presente en cada momento de nuestra historia y manifestando lo que algunos no pueden expresar.
Cada contexto, por más distinto que sea, es el resultado de luchas, cambios y continuidades que hacen a la historia. Aunque resulte increíble, hoy hay un discurso que pone grave énfasis en la omisión de estas diferencias, aunque sean por demás obvias: las distintas historias, geografías y culturas que han dividido a la humanidad están siendo unidas en el cálido abrazo de la globalización, entendido éste, por algunos ingenuos, como un proceso progresivo de integración planetaria, o para que resulte más pintoresco, la aldea global. Claro que ese discurso viene ‘de arriba’, y aunque muchos lo acepten tal cual está, sin cambiar ni una letra ni un acento, hay quienes luchan contra él, gente común que se cansó de ser pasada por encima y decidió hacer algo al respecto. Cito al Subcomandante Marcos, voz de ‘minorías’ que en realidad terminan siendo la gran mayoría: la globalización no es más que una nueva guerra de conquista de territorios, la IV guerra mundial, y no ha unido a las culturas, sino que ha fracturado el mundo en múltiples pedazos. Y no se equivocaba, las empresas son cada vez más, y por lo tanto hay más competencia ahogando la noción de Patria, los menos con mucho son cada vez más y los muchos con poco desbordan del planeta, la gran brecha entre ricos y pobres crece en aumento, la inseguridad en los barrios comunes no es casualidad, las diferencias entre nosotros mismos son cada vez más notorias, ya que no es lo mismo comprar en el Hiper Libertad o en el Dino que en el Cordiez o Almacor, no es la misma gente que compra en O’neill que en Fabrizzi, el consumo determina nuestra identidad, por lo que los códigos de la sociedad ya no existen, nos desconocemos entre nosotros y nos robamos, sin importar si todos en el barrio son trabajadores comunes, tanto el chorro como la víctima. Muy diferente sería, por ejemplo, el discurso de Marx, tan comunista como es, que alentaba a unirnos en vez de alejarnos: “los proletarios no tienen nada que perder en ella (en la lucha) más que sus cadenas. Tienen en cambio, un mundo que ganar. Proletarios de todos los países, uníos!”


Es común el pensar que la globalización es un proceso inocente. Sin embargo, habría que indagar su origen: la globalización impone como sistema económico-político al capitalismo, el cual es el sutil sobrenombre evolutivo de un proceso más grande y peligroso: el imperialismo. No hace falta recordar los desastres que dejó en algunos países la colonización de los mismos, la supresión de sus identidades y la masacre de sus pueblos, sin ninguna intención de disimularlo. Sin ir más lejos, pensemos en el concepto que designó que biológicamente algunos eran superiores a otros, algunos nacieron para llevar la espada del poder, y otros para sumirse a éste, en palabras de Roberto Fernández Retamar: “(…) el discutidísimo concepto de ‘raza’ surgió en los albores del capitalismo, con la aspiración de sancionar las depredaciones colonialistas sin las cuales, y sobre todo sin la pavorosa esclavitud (…) no habría habido el capitalismo que conocemos, la misma palabra ‘raza’ no existía en ninguna de las lenguas del mundo (…) y hubo que ir a pedírsela a la zoología (…)”. Así es que utilizando este ‘justo’ argumento, no necesitaron más para ir a saquear fortunas, robar mujeres, esclavizar hombres y niños, cambiar nombres de tierras y lagos, etc.. Incluso, les hicieron el favor de evangelizarlos, que más podían pedir? Les convidaron de la fuente de la civilización (otro concepto sobre-utilizado). Muchas veces el hombre cree que está ofreciendo una ayuda, pero desde la antropología cultural se busca el respeto a la diversidad étnica. George Foster lo ilustra en su relato sobre el mono que no sabía más allá de sus propias necesidades:
Había una vez un mono que se salvó de una inundación trepando un árbol; viendo a un pez en el agua, sintió compasión de él y lo puso también a salvo. Sin embargo, el ingrato pez en lugar de agradecer, se murió.

La globalización en sus rasgos actuales se manifiesta en la sociedad a través del consumismo desmesurado, los medios de comunicación que suprimen la diversidad de pensamiento y la masificación. Esta última tiene tres elementos estructurales fundamentales: la nivelación de los gustos e intereses, homogeneizando la cultura y el pensamiento; la supresión de la libertad individual imponiendo lo que se dice, se hace, se piensa, generalmente a través de los medios de comunicación; y anulando la responsabilidad individual, creando el anonimato de trabajadores obreros que trabajan como si fueran máquinas, empresarios que son parte de una gran jerarquía de decisiones, o la burocracia estatal, etc.. Además se manifiestan diversas estructuras opresoras de la individualidad, como los totalitarismos, que persiguen a quien piense distinto y dirigen la educación, la democracia, que fomenta la sociedad de consumo y utiliza como herramienta los medios de comunicación masivos, y las grandes organizaciones como fábricas, bancos, la burocracia estatal, etc.. Aunque uno no lo crea, aunque la sociedad se crea libre, estamos tan presos como los presos políticos, nuestra 'libertad de elección' es limitada, y cuando no es el Estado quien nos persigue por pensar alternativamente, es la sociedad conservadora que te apunta con el dedo, siendo fieles a las mentiras del imaginario social.


Muchos golpes sufrió la sociedad Argentina al orgullo de su patria, el última tal vez sea el peor, ya que fueron las primeras páginas del Neoliberalismo en la Argentina, dibujado como un proceso de reorganización nacional, y por ello sugiero que todos sigamos el consejo de Benedetti, quien escribió: “Sin embargo es cierto / sin volver esta página / nadie puede ser alguien”